viernes, 21 de marzo de 2025

PROGRAMA 453 CON LA CASA EN LA MOCHILA

Programa 453 Con La Casa En la Mochila Comenzamos el programa leyendo el relato "La dignidad no está en lo que poseo", y está escrito por nuestro amigo y compañero Pp Regueiro. —Hoy tenemos el privilegio de contar con una invitada muy especial en nuestro programa, alguien que conoce de primera mano uno de los problemas más urgentes y silenciosos de nuestra sociedad: la pobreza energética. Ella es Lara Alba, socióloga de formación y experta en participación social y proyectos en EAPN España (Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social). Además, Lara es coordinadora territorial del Proyecto de Monitorización de la Pobreza Energética en EAPN España. Lara no solo es una voz autorizada en este tema; según tengo entendido, es un fiel oyente de nuestro programa, lo que nos llena de orgullo. —Voy a dar mi opinión de lo que estoy muy convencido hacen las direcciones de medios de comunicación que dependen para salir adelante de subvenciones, publicidad y apoyos económicos de diversos actores, sean gobiernos, corporaciones o grupos de interés. Este modelo, aunque permite la supervivencia de muchos medios, en mi modesta opinión compromete la independencia y libertad de expresión que deben ser pilares fundamentales del periodismo. https://www.radiotopo.org/con-la-casa-en-la-mochila-453-16-3-2025/

UNA CRITICA ALGUNOS MEDIOS DE COMUNICACION

------CRITICA A MEDIOS DE COMUNICACION Y ALGUN/A PERIODISTA--------------- En el vasto y complejo mundo de los medios de comunicación, las líneas editoriales han sido, desde siempre, un tema de debate y controversia. Los medios tradicionales, aquellos que han dominado el panorama informativo durante décadas, suelen operar bajo un modelo que, en muchos casos, depende de subvenciones, publicidad y apoyos económicos de diversos actores, ya sean gobiernos, corporaciones o grupos de interés. Este modelo, aunque ha permitido la supervivencia de muchos medios en un mercado cada vez más competitivo, ha generado una serie de dinámicas que, en ocasiones, comprometen la independencia y la libertad de expresión que deberían ser pilares fundamentales del periodismo. En este contexto, no es raro encontrar que algunos medios tradicionales eviten ser críticos con quienes les financian. Esta autocensura, sutil pero palpable, se manifiesta en la forma en que se abordan ciertos temas, en los enfoques que se eligen y, sobre todo, en las omisiones. Los periodistas que trabajan en estos medios a menudo se enfrentan a un dilema ético: seguir la línea editorial impuesta o arriesgarse a que sus trabajos sean modificados, censurados o directamente no publicados. He tenido la oportunidad de conversar con algunos de estos profesionales, y más de uno me ha confesado, con cierto pesar, que sus crónicas son revisadas con lupa y que, si no se ajustan a lo que la dirección espera, simplemente no ven la luz. Esto no solo limita su capacidad para informar con honestidad, sino que también socava la confianza del público en la prensa. Lo más preocupante es que, mientras estos medios suavizan sus críticas hacia quienes les subvencionan, no dudan en ser implacables con aquellos que no forman parte de su círculo de influencia. Aquí, la crítica se convierte en un arma selectiva, utilizada no para informar o enriquecer el debate público, sino para defender intereses particulares. Esta doble moral es, en mi opinión, una de las mayores traiciones al espíritu del periodismo, que debería ser, ante todo, un servicio a la sociedad. En contraste, existen medios que han optado por un camino más difícil pero, a mi juicio, más honorable: la independencia. Las emisoras de radio y medios digitales autogestionados, por ejemplo, son un faro de esperanza en este panorama. Estas emisoras, que rechazan vivir de la publicidad y las subvenciones, se sostienen gracias al esfuerzo y la pasión de quienes las llevan adelante. Su programación no está sujeta a los caprichos de los anunciantes ni a las directrices de los poderosos. En ellas, la libertad de expresión no es una mera declaración de intenciones, sino una realidad cotidiana. Los periodistas que trabajan en estos espacios pueden expresar sus opiniones con respeto y educación, sin temor a represalias o censuras. Esto no significa que siempre esté de acuerdo con lo que dicen, pero defiendo su derecho a decirlo. Es cierto que la vida no es fácil para los periodistas que eligen este camino. La independencia tiene un precio, y a menudo implica renunciar a ciertas comodidades y estabilidad económica. Sin embargo, creo firmemente que no todo tiene un precio. La integridad, la honestidad y el compromiso con la verdad no deberían ser moneda de cambio. Los periodistas tienen que vivir, sí, pero en mi opnion no a cualquier costo. El periodismo es una profesión que lleva consigo una gran responsabilidad, y esa responsabilidad no puede ser vendida al mejor postor. En mi opinión, necesitamos más medios independientes, más voces libres que no estén atadas a intereses ajenos. Necesitamos periodistas valientes que estén dispuestos a desafiar el status quo, a cuestionar a los poderosos y a dar voz a quienes no la tienen. Estos periodistas existen, pero son pocos, y su labor es cada vez más difícil en un entorno mediático dominado por grandes conglomerados y intereses económicos. En definitiva, mi percepción es que el periodismo debe volver a sus raíces, a ese ideal de servicio público que lo convirtió en el cuarto poder. Debemos apoyar a aquellos medios y periodistas que luchan por mantener viva la llama de la independencia, y debemos ser críticos con aquellos que, en aras de la supervivencia, han renunciado a su papel de vigilantes de la democracia. La libertad de expresión es un derecho fundamental, y su defensa debe ser una prioridad para todos, no solo para los periodistas. Solo así podremos aspirar a una sociedad más informada, más justa y más libre. Pepe Fernández Coordinador Programa ConLaCasaEnLaMochila Radio Topo ZARAGOZA https://archive.org/details/critica-a-la-linea-de-medios-comunicacion-tradicionales-p.p-fdez

RELATO LA DIGNIDAD NO ESTA EN LO QUE POSEO

LA DIGNIDAD NO ESTÁ EN LO QUE POSEO Cada mañana, Pablo se dirige a la fuente pública en la plaza. Con ritual esmero, se lava la cara y se acomoda el pelo; es su manera de reivindicar su dignidad como ser humano. Después de este breve momento de autoconciencia, atraviesa las calles de la ciudad. A veces, camina sin rumbo, pero los miércoles son diferentes; esos días, Pablo va al comedor social. Allí, antes del almuerzo, reparten alimentos que él recoge con la intención de compartirlos con aquellos que no pueden moverse hasta allí. Llevar comida a otros también es un guiño a su dignidad. Un miércoles, después de repartir los alimentos, Pablo se encuentra en una encrucijada: no ha alcanzado a volver al comedor a tiempo. Sabe que Julia, una anciana que no puede valerse por sí misma, necesita ayuda. Sin dudarlo, le ofrece su propia ración de comida. Tras alimentarla, sale a caminar, confiando en que el paseo le entretendría el estómago vacío. Mientras pasea por el parque, Pablo observa a una niña sentada sola en un banco, absorta en lo que escribe. Al levantar la vista y encontrarlo, ella sonríe. Intrigado, Pablo se acerca y le pregunta: “¿Qué haces a estas horas que no estás en el colegio?” La niña le muestra su cuaderno, donde ha escrito con letra infantil: “Veo gente que camina triste por las calles, con ropas viejas, caminan doblados...”. Allí termina su relato. Pero tú, que vistes igual, pareces alegre —le dice la niña—. Pablo siente un calidez en el corazón y decide sentarse junto a ella. Con ternura, empieza a hablarle sobre la vida y las personas. Le cuenta que algunas no han podido reparar sus vidas y que, por ello, se mueven tristes, buscando un lugar donde recuperaron la oportunidad que perdieron. La niña escucha, fascinada, y en sus ojos brilla una mezcla de inocencia y comprensión. Pablo se despide de ella y, aunque pasa por el parque cada día, nunca más vuelve a verla. Los años transcurren y Pablo continúa ayudando, en la medida de lo posible, a todos aquellos que, como él, buscan en su pasado la raíz de su dolor. Sin embargo, un invierno despiadado llega a la ciudad. Congelando incluso los sentidos, la nieve y el hielo dificultan la supervivencia en la calle. Pablo se convierte en el salvador de los más desfavorecidos, trasladándolos a lugares más seguros, como cajeros y portales, incluso a veces en brazos, si es necesario. Su dedicación es incansable y cada día, la ciudad observa su agotador esfuerzo. Una mañana, el cansancio lo alcanza y lo encuentra tirado en una acera. Nadie supo jamás quién lo llevó al hospital, pero su historia, esa inquebrantable historia de dignidad humana, empieza a circular. En las páginas del diario de la ciudad, su foto ilumina toda la sección de sociedad. La autora del reportaje, Luisa Menéndez, es aquella niña que escribía en el parque. Ya tiene a su héroe, y su relato lo presenta al mundo como su amigo. P.P. Regueiro https://archive.org/details/relato-la-dignidad-no-esta-en-lo-que-poseo-p.p.-regueiro