domingo, 27 de abril de 2025
PROGRAMA 458 Con La Casa En La Mochila
-Comenzamos el programa con un relato de nuestro compañero Pepe Regueiro el relato de hoy lo titula "EL Albero " será el comienzo de una serie de relatos en una taberna en Zaragoza
-A continuación vamos a recuperar una entrevista que le hicimos a Pablo de una asociación sin ánimo de lucro que ayuda a refugiados en Líbano
-Luego voy hacer una crítica política, una noticia del aumento de personas sin hogar en Zaragoza de menores de 30 años, por último mucha gente debido a la demanda de conductores cómo fui conductor profesional del transporte por carretera o sea camionero me pregunta sobre el CAP que es el certificado de aptitud profesional y sobre las horas y descansos y se lo explico un poco
https://www.radiotopo.org/con-la-casa-en-la-mochila-458-27-4-2025/
RELATO LA TABERNA EL ALBERO
LA TABERNA EL ALBERO “El gitano”
Pese a tener nombre de capitán de los tercios de Flandes, Remigio Blas
Cifuentes no era más que el jefe. Camarero de toda la vida, de los de
chaquetilla blanca, Blas, que era como lo conocía toda Zaragoza, llevaba la
chaquetilla más blanca que la ropa interior. Lidia, una chica de provincias,
que se dedicaba a hacer el bien a los hombres por unas monedas, un día me
dijo que sus calzones se deslizaban por las piernas como la piel de un
conejo al desollarlo.
Blas heredó “El Albero”, una taberna con más de un siglo, en la
puerta de Santa Engracia. No mentía, la mugre de sus paredes era la
original y lo certificaban.
Toño Montero era un gitano quincallero y un cliente fiel que tomaba
vino de Cariñena. Toño miraba a la cara de la gente como si quisiera leer
donde los podría enterrar. No era agresivo, pero… la navaja de hoja curva
andaluza que se adivinaba en el pantalón de paño no ayudaba a la confianza
ni a la broma.
Una mañana, Toño Montero vino con una mujer, Jacinta se llamaba,
ella parecía feliz por no haber dormido aquella noche en la calle, aunque,
todos pensábamos que las mantas del gitano tampoco eran un cielo a desear
para morir de amor.
Toño Montero se confesaba en el Albero con Blas; no como
hablando con Dios sino como hablando con el urólogo. Mientras comía una
tapa de migas aragonesas donde las bolas de pan rallado parecían
perdigones engrasados por la longaniza, Blas decía que eran buenas para el
funcionamiento intestinal, luego un trago del vino que te hacía cerrar los
ojos temiendo no poder volver a abrirlos.
Blas, le dijo un día el gitano: creo que me debo de casar con esta
mujer, compartimos la misma ganadería por los bajos y seguramente yo sea
el propietario del ganado.
Juan Lacasa, el columnista del Heraldo de Aragón, que llevaba los
sucesos me dijo unas semanas después: Toño Montero tenía los días
contados, los hermanos de Jacinta y el chulo que la protegían una noche le
calentaron la chaqueta con su propia sangre.
El Albero no era un sitio para gente de traje y corbata, a menos que
fueran a ayudarte en un juicio, todos éramos reos temporales que
gastábamos la libertad provisional en vasos de vino.
PROGRAMA 457 Con La Casa En La Mochila
-Comenzamos el programa como con un relato de nuestro compañero Pepe Regueiro el relato de hoy es una dedicación a la asociación Estelar que a continuación entrevistaremos a su presidenta titula el relato "EL PROBLEMA DE LUZ"
-En el programa de hoy vamos ha entrevistar a Pilar Guallart presidenta de la Asociación Estelar Que el próximo sábado día 26 de abril celebra su 10° año con un acto en el centro cívico de la Alomozara, es una asociación sin ánimo de lucro pionera en Aragón para humanizar visualmente el entorno de las UCIS INFANTILES y minimizar en la medida de lo posible el impacto visual de esos impactantes momentos que viven las familias. Y ponen LUZ Y COLOR haciendo el ambiente infantil y acogedor
https://www.radiotopo.org/con-la-casa-en-la-mochila-457-20-4-2025/
RELATO EL PROBLEMA DE LA LUZ
EL PROBLEMA DE LA LUZ
La nave estelar con su tripulación se encontraba viajando de regreso a la
tierra.
El comandante Capitali vigilaba los controles con su pericia habitual.
Otros tres tripulantes ocupaban la cabina de mando: Elena, una preciosa
joven que como la mayoría de los pilotos de Estelar llevaban la cabeza
rapada, esto les daba un aspecto de autoridad, además no distraía a nadie de
sus miradas inteligentes, cada gesto en su cara era fácil de interpretar, su
sonrisa, su mirada, todo era claro y preciso. Pabli, el copiloto, siempre
rodeado de papeles, si no estuviera al mando de su equipo en la nave,
estaríamos pensando que está distraído, ¡nada de eso! Siempre atento. Lara,
la científica, como todos, con su cabeza rapada y unos ojazos que
observaban todo con memoria fotográfica.
La nave Estelar llevaba un año de navegación y ahora estaba de
regreso. Habían encontrado la solución a uno de los problemas de la
humanidad, con el cambio climático el sol se había ocultado tras una capa
nubosa, aunque no era peligroso para la vida física, ya que los rayos
atravesaban en parte esas nubes, si estaba haciendo daño a la actitud de los
niños. La luz se había vuelto gris y las cosas sólo devolvían distintos tonos
de gris que era lo que alimentaba los ojos de la humanidad.
La nave Estelar y su tripulación traían un colaborador, un habitante
del planeta Hopeplanet, un ser menudo, con un solo ojo grande y una boca,
que incluso cuando dormía, siempre estaba en movimiento. Su nombre era
Kuyay.
La nave comenzó la maniobra de aproximación previa al aterrizaje,
Capitali ya veía la pista y a miles de personas a ambos lados, con pancartas
de bienvenida, eso le alegro la cara y con una sonrisa miró a sus
compañeros, todos levantaron la mano con el signo de victoria marcado
con sus dedos.
Al detenerse la nave en la pista, una comitiva formada por más de
cien niños, todos de la Fuerza Terrícola, con trajes de muchos colores y la
cabeza rapada acudieron a recibir a los astronautas.
La escalerilla frente a la escotilla se llenó de luz a medida que los
tripulantes bajaban acompañados por el colaborador de Hopeplanet que
resolvería el problema de la luz,
Todos saltaron de alegría y animaban con gritos de júbilo, los
jóvenes uniformados y sus padres, todos allí en la pista, se encontraban
felices, de nuevo al entrar la luz del sol pudieron ver el color verde de la
hierba y el amarillo de las flores, al alzar la vista el azul del cielo les hizo
soltar alguna lágrima de alegría.
Los gobiernos de todo el mundo llevaron a Kuyay por sus países y la luz
volvió.
Todo esto pasó hace mucho, yo ahora lo cuento para que no se
olvide, lo cuento porque; yo fui un bebé que no conocí los colores hasta
que ya tenía cerca de doce años, gracias a aquel viaje heroico de la nave
Estelar y de sus tripulantes que trajeron la luz a la tierra.
https://archive.org/details/relato-el-problema-de-la-luz
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