viernes, 21 de marzo de 2025

RELATO LA DIGNIDAD NO ESTA EN LO QUE POSEO

LA DIGNIDAD NO ESTÁ EN LO QUE POSEO Cada mañana, Pablo se dirige a la fuente pública en la plaza. Con ritual esmero, se lava la cara y se acomoda el pelo; es su manera de reivindicar su dignidad como ser humano. Después de este breve momento de autoconciencia, atraviesa las calles de la ciudad. A veces, camina sin rumbo, pero los miércoles son diferentes; esos días, Pablo va al comedor social. Allí, antes del almuerzo, reparten alimentos que él recoge con la intención de compartirlos con aquellos que no pueden moverse hasta allí. Llevar comida a otros también es un guiño a su dignidad. Un miércoles, después de repartir los alimentos, Pablo se encuentra en una encrucijada: no ha alcanzado a volver al comedor a tiempo. Sabe que Julia, una anciana que no puede valerse por sí misma, necesita ayuda. Sin dudarlo, le ofrece su propia ración de comida. Tras alimentarla, sale a caminar, confiando en que el paseo le entretendría el estómago vacío. Mientras pasea por el parque, Pablo observa a una niña sentada sola en un banco, absorta en lo que escribe. Al levantar la vista y encontrarlo, ella sonríe. Intrigado, Pablo se acerca y le pregunta: “¿Qué haces a estas horas que no estás en el colegio?” La niña le muestra su cuaderno, donde ha escrito con letra infantil: “Veo gente que camina triste por las calles, con ropas viejas, caminan doblados...”. Allí termina su relato. Pero tú, que vistes igual, pareces alegre —le dice la niña—. Pablo siente un calidez en el corazón y decide sentarse junto a ella. Con ternura, empieza a hablarle sobre la vida y las personas. Le cuenta que algunas no han podido reparar sus vidas y que, por ello, se mueven tristes, buscando un lugar donde recuperaron la oportunidad que perdieron. La niña escucha, fascinada, y en sus ojos brilla una mezcla de inocencia y comprensión. Pablo se despide de ella y, aunque pasa por el parque cada día, nunca más vuelve a verla. Los años transcurren y Pablo continúa ayudando, en la medida de lo posible, a todos aquellos que, como él, buscan en su pasado la raíz de su dolor. Sin embargo, un invierno despiadado llega a la ciudad. Congelando incluso los sentidos, la nieve y el hielo dificultan la supervivencia en la calle. Pablo se convierte en el salvador de los más desfavorecidos, trasladándolos a lugares más seguros, como cajeros y portales, incluso a veces en brazos, si es necesario. Su dedicación es incansable y cada día, la ciudad observa su agotador esfuerzo. Una mañana, el cansancio lo alcanza y lo encuentra tirado en una acera. Nadie supo jamás quién lo llevó al hospital, pero su historia, esa inquebrantable historia de dignidad humana, empieza a circular. En las páginas del diario de la ciudad, su foto ilumina toda la sección de sociedad. La autora del reportaje, Luisa Menéndez, es aquella niña que escribía en el parque. Ya tiene a su héroe, y su relato lo presenta al mundo como su amigo. P.P. Regueiro https://archive.org/details/relato-la-dignidad-no-esta-en-lo-que-poseo-p.p.-regueiro

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