lunes, 17 de febrero de 2025
RELATO EL SEÑOR DEL AIRE
EL SEÑOR DEL AIRE
En aquel país no había reyes, ni presidentes, al menos Pablo no los conocía.
En aquel país había un Señor del Aire, que repartía el aire que
respiraban los ciudadanos. En función del criterio del Señor del Aire había
diferentes categorías, Pablo estaba en las más bajas.
El Señor del Aire cada mes enviaba a sus sirvientes y repartía el aire
para cada ciudadano, y jamás olvidaba a nadie.
Aquel año, después de las Navidades, el Señor del Aire había
invitado a miles de personas de otros países, gente influyente como él,
había pensado hacer una barbacoa enorme, doscientos cerdos y varias
decenas de vacas.
En los primeros días de enero encendió el fuego, varios montones de
leña que los ciudadanos de más baja categoría habían traído del bosque
para conseguir el favor del Señor del Aire y que éste les aumentara un poco
la ración.
A día tres de enero el fuego comenzaba a arder, pero aquella hoguera
no acababa de tener una llama importante, el pobre fuego no alcanzaba más
que para asar unas costillas.
Preocupado el Señor del Aire habló con los físicos de la Universidad
los cuales se acercaron al campo donde se celebraría el banquete y
observaron el problema.
Tras reunirse entre ellos, uno, el más anciano, catedrático de su
facultad llevó un escrito con el diagnóstico y el remedio:
“Señor del Aire, el fuego que usted quiere realizar se siente ahogado
por falta de oxígeno, necesitaría fabricar unos grandes fuelles que soplaran
aire dentro de la hoguera y así en pocas horas ardería formando unas brasas
perfectas y en cantidad.”
Viendo esto mandó construir unos fuelles enormes, que movidos por
veinte personas cada uno formaban casi un pequeño huracán que hizo arder
la madera en pocas horas.
El Señor del Aire veía feliz como sus invitados ponían sus trozos de
carne asada sobre sus platos y lo miraban con alegría y signos de júbilo.
Ocurrió que al final de la tarde, en las zonas bajas de la ciudad los
ciudadanos empezaron a notar que el aire no llegaba a sus pulmones, los
primeros los ancianos y más tarde los pequeños. Un grupo de hombres se
reunió y fueron a ver al Señor del Aire, éste los recibió de mala gana pues
estaba disfrutando con sus invitados de la fiesta, pero dejó todo para
escucharlos.
Tras oír las explicaciones llamó al Consejo del Aire y se reunieron
mientras el grupo de hombres esperaba. En una hora un consejero de alto
rango apareció en el balcón de la plaza.
Tengo que comunicar, que por un mal cálculo hemos gastado más aire del
que teníamos este mes, pues el fuego se consigue quemando aire. Pero no
debéis temer, el Señor del Aire piensa en todos vosotros y el próximo mes
organizará los árboles y plantas para que fabriquen más aire y se
recompensaran las incomodidades de este suceso.
Al ver que aquello no tenía ya solución los hombres regresaron a sus
barrios y dedicaron todo su esfuerzo a buscar un poco de aire en cada
rincón, dentro de una lata vacía, en un cubo que estaba boca abajo, cada
depósito era necesario para repartir y que nadie se ahogara.
Y así, como os cuento, en el país del aire se pasó aquel fatídico mes
de enero.
“Todos hemos aprendido una lección” fue el titular que encabezaba
la foto del Señor del Aire en los periódicos al día siguiente de la barbacoa.P.p.REGUEIRO https://archive.org/details/relato-el-sen-or-del-aire
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