[030] RELAJOS CORTOS_OTROS MUNDOS Una Elotiza. Fiesta campestre (2ª parte)

ELOTIZA. Ofrenda ancestral de la primera cosecha #RelajosCortos

“Me pidió, don Teófilo, que callara sobre el resultado de quien bebió o chupó mas raicilla, entonces, ¡Chiton! Me quedé en el ranchito a dormir acompañándolo. No estábamos solos; tres perros, un potro que desensillé, pecolotes (buhos) como fondo musical, además aves nocturnas cazando insectos y pequeños mamíferos. Me preocupa cómo se quedó en brazos de Morfeo el Don. Los hijos encabronados por insistir él en la contienda etílica conmigo, se fueron a medio campeonato.

Noche oscura. Estamos en épocas de aguas, de lluvias. Media madrugada. Tengo sed. Poca. No me duele la cabeza. En mi resaca, mi cruda, sé que tomar para paliarla el día después. Estuvieron también amigos del anfitrión. Ellos no le entran entre semana al vino, como le llaman a los aguardientes. Trujeron (como dicen ellos) bebidas no destiladas: tejuino de maiz, y sobre todo pulque de maguey.

Estamos dentro de la cabaña de dos plantas y sótano (esto ultimo raro en las construcciones de campo aquí). Los muebles, estilo colonial, y otros al modo equipales. Queda carbón encendido. Encima bistecs, chorizo, chiles, longaniza, cebollas, también de cambray, maíz, papas asadas y en aluminio (restos de todo esto). Unos tamales en una bolsa escondida, que respeto. Caliento unas tortillas para hacerme unos tacos. Trujeron (ya se me pego la palabrita). Trajeron unos frijoles charros, quesos frescos de la finca vecina, que también vino su patrón, Don Nicanor.

Los amigos de don Teo, casi todos ellos hicieron sus pequeñas fortunas en gringolandia (EEUU) como braceros después de la guerra, en los 40's y 50's, aventurándose al Canadá, Alaska, Illinois y estados vecinos. Se ve que el quesero, don Nico, es el líder, no obstante ser el mas joven. De hablar sereno y paso lento, pero el mas instruido, hijo de maestra rural que vive la dama todavía, lucida y elegante.

Mientras de calientan las gordas (las tortillas) voy a ver a los animales. Les llevo algo de comer a los guardaspaldas de la finca. Me mueven la cola. Al verme el potro relincha, ya que lo pasié (pasee) durante la tarde, de buen trote para un mal jinete como yo, pero se acopló. Me voy y busco aguacates y mangos silvestres que recojo de sus arboles enormes, muy parecidos en altura. Tengo mas apetito que sed. Regreso. Muevo al don para si quiere picar algo. Me mienta la madre y sigue roncando.

Durante la competencia, me contó su historia trabajamdo allende la frontera. En casa, muchos hermanos y poca tierra. Soñaba con su rancho grande, su Adelita y hartos chamacos (hijos). Quiere emigrar. El padre le compra el boleto de autobús. Don Teo no quiso irse por el Pacífico hasta California, sino por el centro-norte (las tierras de Pancho Villa) hasta Ciudad Juarez. Cruza el Rio Bravo, llamado así por los mexicanos, o Rio Grande por los tejanos. No pierde el tiempo en El Paso (Tejas) frontera con Chiguagua. Logra un contrato para trabajar en ferrocarriles, como peón, en las grandes llanuras de Missouri. Anda solo, 18 años de edad, aparenta mas (la pobreza avejenta), parece mas viejo. Trabaja duro y rudo. Es fuerte, canillludo (con nervio), pero los fríos del norte de ese país son cabrones. Un capataz pocho (mejico-americano) lo toma como pupilo. Le enseña cómo vivir en las gélidas épocas, cómo trabajar a muchos grados bajo cero en la intemperie. Conoce en la pensión a una caribeña, un poco mayor que él, que lo vuelve loco. Ella le enseña inglés. Se rie cuando me lo cuenta. Le pregunto por qué las carcajadas. Vuelve a reir.

Levanta la vista y dice:

“¡Pinche muchacha! ¡sabia mas de “frances” y de “griego”! Ja, ja, ja”

-¡Una poliglota, don Teofilo!

-¡No seas pendejo, guey!, me dice.

Agrega: -Quería casarse y que nos juyerarmos (irse) al trópico.

Reacciona, y dice:

¡Mi madre! Debo dinero a mi padre y amigos. Tengo que pagarles. El jefe de mi padrino, agarró un contrato para dar mantenimiento a vías férreas en Canadá, y me fui con ellos. Ganaba el doble, pero me jodía el triple. Les mandaba los money order, el billullo (dinero) para cubrir lo prestado. A los dos años pagué. Conocí a una inglesita viuda de un soldado americano. Me enamoré, hembra toda demasiado organizada, ahorrativa, con dos niños que eran mi ilusión. También quería volver a su Bristol natal, a su nacencia, pariente lejana de Cary Grant. Cruzar el charco para ayudar a reconstruir La Isla ¡No!. Yo quería quedarme en los “Yunaites” (EEUU). Le dí parte de mis ahorros, con todo mi corazón, y se fué unas navidades. Me dijo, “allá no hace tanto frio”. Le contesto: “pero llueve demasiado”. 

Me dijo: 

“te acostumbras mejicanito”. Con mis sentimientos malogrados decido no ligarme con ninguna más para comprar mi quinta campestre, mi rancho de mis sueños.

Después bajó a Detroit para olvidarla. No había casi mexicanos. Ya se defendía con el inglés. Lo totachaba (hablaba) bien. Dejó los trenes y busca un excompañero polaco que lo coloca haciendo partes para automóviles. Casi todos los trabajadores son de una zona de Polonia. Hablan alemán y polaco. Dura poco mas de cuatro años. Ya lleva mas de diez años fuera del terre (como dice él), de la tierra suya, y decide volver a su pueblito con el deseo de quedarse y quizás casarse. Las rancheritas son mas modositas y no tienen tantos reparos, dice. El gerente le ofrece mejor sueldo, pero la decisión está tomada. Le dice: “Chief, me voy, gracias por todo. La pastura de mi casa me llama”. “Ok, Ok, Teo, que te vaya bien, pero la empresa no premia a los que renuncian al empleo. Se perdería la disciplina. Recuerda, es la ley de Motown”. 

Le contesta Teo:

“Dios dira, Chief, Dios dirá”.

Unos amigos centroamericanos le aconsejan que se vaya en avión. Les contesta que si el de arriba quisiera que voláramos, nos hubiera dado alas. Le insisten: “Piénsalo, es muy rápido, y no llegaras con las nalgas aplastadas” Pero el tiene otros planes. Quizás no vuelva a ver más estas tierras. Se irá paralelo al Missisipi hasta Nueva Orleans, y de allí a Laredo (Tejas), pero antes irá a San Louis (Missouri). Se ha aficionado al Jazz y al Blues, que en su flauta los reproduce. Pero está mas aficionado a la caribeña, que allí tiene un restaurante frente a la estación del Grey haund (el autobus nacional de EE UU). Se la lleva con él. Lo acompañará hasta la frontera. Se trasladan a Nashville y depues a Tupelo (Missisipi) a visitar a otro amigo, que vive allí marginado, propio de los negros en esa época, no obstante, compró una casa, y tiene un taller mecánico. Recorren todos los lugares de blues de la zona. Llegan a Menphis. Se paga un disco con su voz cantando blues y rancheras. Se acerca al caudaloso rio y corta cañas selectas para llevarle al padre para que le haga flautas. Se pregunta, mirando al oeste, rumbo Arkansas, si hace lo correcto, irse en la época de las vacas gordas. Su chica le pregunta: “¿Cómo estará las vaca en tu patria?” Voltea la vista a la carretera, hacia el sur, ve su troca (camion rabon) internacional cargada llevando una pequeña carterpiller (un tractor desarmado), regalos, pertenencias personales, herramientas, casi todo comprado en subastas de desechos de guerra. Se para y ve algo de manera especial que contiene una consola modular con tocadiscos, TV, radio y bar. Se la obsequio su jefe, no la empresa. 

Continuará...”

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