domingo, 11 de diciembre de 2016

[053] RELAJOS CORTOS_OTROS MUNDOS LAS OLIMPIADAS CALLEJERAS 2ª PARTE


LAS OLIMPIADAS CALLEJERAS #RelajosCortos



Las olimpiadas callejeras 2ª parte (el aguador voluntarioso)

Durante el desarrollo de los Juegos Callejeros Olímpicos Globales Carrilanos y Sedentarios, me interesó la figura del patrocinador de estos, cuyo nombre me pidió mantener en el anonimato. Antes de grabarle, charlé con él.

Pudiera ser de cualquier parte. Piel ligeramente morena, ojos verdes aceitunados, delgado, serio y simpático a la vez, mirando siempre al cielo. Se puede platicar con él de cualquier tema. No lleva ninguna joya ni reloj, tampoco aparato electrónico alguno. Simplemente un pendiente que simula un bote de cerveza. Pulcro en su aspecto y conversación. Sus auxiliares presentes a prudente distancia. Les llama y da instrucciones a dos de ellas con elegancia y decoro. El tercero permanece inmóvil y con móvil, pendiente y sin pendiente en su oreja. Todos con trajes deportivos que mi entrevistado diseñó.

Las autoridades locales le mandan un propio, al parecer navarro-español. Se disculpa ya que tiene que atendernos. Los verá por la tarde después de la conferencia de prensa. Se nota que no le gusta mucho el protocolo pomposo.

Indagué su singular ritmo de vida. A veces, una semana asesorando a financieros, y la siguiente, conviviendo con sin techos en cualquier punto del planeta. Por cierto, me aclaró que no convive, sino que vive con ellos.

Una persona tan especial, tengo que pulirme con mis preguntas. Pero no, decido ser natural, y las contestaciones me fijaran el derrotero a seguir.

Primera pregunta: - Don Paganini, le llaman así burlonamente sus críticos.

Contesta: - Voy mejorando. Ayer me llamaban pagano, no por mis creencias, sino por pagar estas actividades.

Siguiente pregunta: - ¿qué fue primero el huevo o la gallina? Me explico, fue inicialmente millonario y después sin techo, o al revés?

Responde: - Cuando nací, mi familia había perdido su fortuna, entrando después ellos de fracaso en fracaso. Posteriormente, a los 13 años, escapé de casa, emigrando de polizón a otro continente, que en ese momento era el jardín de las delicias. Me detectan en el barco que abordé y me obligan a pagar el viaje. Era un “liberty” (embarcación) de los sobrevivientes de la segunda guerra mundial, sirviéndolos poco mas de dos años, visitando muchos puertos, cruzando huracanes, ciclones, tifones, trombas marinas, olas gigantescas. Hice todo tipo de trabajos a bordo, desde lavar cubiertas, a auxiliar de cocina y de calderas, lavandería. Terminé como ayudante del primer piloto. Me ayudaron mis idiomas y ciertos conocimientos. Me ofrecieron trabajo permanente, pero decidí quedarme en tierra. Viéndome en ese país. Sin amigos , familia, papeles, por lo que trabajé en lo que se me presentara, recorriendo calles y mas calles. Acudí a la denominación religiosa a la que pertenecía mi familia, sin ser yo muy creyente. Me sentaba en sus bancas y me imaginaba ver a mi lado a mis padres y hermanos. Muchas veces me quedé dormido, soñando lo que en la realidad pensaba. Me recomendaron para acompañar enfermos y ancianos. A veces, cargando las compras de otros en un carrito de bebe que habilité para ello, ya que llevaba mas cosas que el carro de la compra.

Un matrimonio de emigrantes me dejó dormir en su trastero. Me ayudaba económicamente ahorrando, acudiendo a comedores y roperos sociales. No me gustaba alimentarme ni vestirme directamente en contenedores. Conocía a la mayoría de los indigentes que pedían limosna en la ciudad. Era de climas extremos, me dice.

Le pregunto: -¿No decidió estudiar algo?

Sorprendido, contesta que no lo hizo porque tenía otros planes.

Le pregunto: - ¿Cómo empezó su fortuna?

Dirige su vista hacia el infinito, y comenta: - Quería hacer cosas diferentes, mas que amasar fortuna. En esa época no había tantas organizaciones que ayudaran a los menesterosos, y decidí hacer algo a mi manera. Sencillo. Había un viuda que quería ayudar a la gente en la calle. Yo me ofrecí. Me cuestionó cómo lo haríamos. En esa época, la mayoría tenía problemas de salud. Les llevaríamos a su sitio, a donde trabajan (piden), agua y fruta. En invierno, algo caliente para beber y un bocadillo (no son de mucho comer). El patrocinador tiene sus dudas. “Mejor les doy algo de dinero”. Creo que no alcanzaría para todos. Yo me ofrecí a llevar en mi carrito las bebidas en cualquier clima. Aceptó, cosa que agradecían sobradamente los beneficiarios.

Conocí a un contable al que ayudaba en casa; desde asearle el calzado, incluyendo las suelas, hasta llevar documentos, o recogerlos, donde era accionista o asesor. Esto me relacionó con distintas personas.

Llegó el momento en que me saturé. Decidí quedarme unicamente con la tercera parte de los servicios para servir mejor. Llegó una crisis económica, que la mayoría de ellos sufrió fuertes perdidas y algunos cerraron. Total, me quedé prácticamente sin clientes, pero jamás dejé de apoyar a los mendigos, con sus bebidas y algo de alimentos entre comidas.

Se enteran del momento difícil que estaba llevando. Reúnen un poco de dinero. Se lo recibo y lo invierto en lo que les llevo. Pregunto por el decano de ellos (el mas antiguo) y me avisan que está en una habitación, y que casi no sale. Lo visito. Se alegra sobremanera. Yo también me alegro. Tenía varios días sin pasear él. Le acompaño. Hace unas compras. Me platica su vida trágica. Expulsado por sus abuelos del seno hogareño. Le escucho horas atentamente. Le limpio donde vive, me pide que tire todo, menos una bolsa negra. Reviso los papeles y me encuentro un sobre cerrado de un notario de una ciudad vecina. Le pregunto: “¿Que no es usted de ahí?”. Asienta con la cabeza. Se ve cansado. Le preparo algo de comer. Me llevo la basura y le dejo el sobre sobre la mesilla. Me regala su libro favorito. Me extraña, pues cuando no había muchos peatones, y pedía, se ponía a leerlo, y si no, le servía como almohadilla. Trato de regresarselo, por lo que para él representa. Es una edición de calidad.

Interrumpo nuevamente las palabras de mi entrevistado, y le cuestiono: - ¿Me va a decir cuándo inicio sus riquezas?

Sonriente expresa que desde el día que nació, pues la vida misma lo es.

Le digo: -No se ponga filosofo.

Ahora el me interrumpe: -Amenaza temporal. La humedad se siente. Mi amigo, la carta notarial que recibió, era solicitando su presencia como heredero universal de sus padres. Me dijo que el no quería nada. Respeto su decisión. Durante unos días desaparece. Me preocupo. Lo busco. Doy aviso a las autoridades. Examino sus cosas. Falta su maletita. Sigo localizándolo. Pasan dos semanas y me entero de su presencia nuevamente. Lo veo muy enfermo. Le sugiero que reciba lo que le dejaron sus antepasados, para que salga de este tipo de vida y mejore su salud. Me platicó que visito la casa de sus padres que en vida los dominaron sus abuelos.

El fin de semana no pude acompañarlo por un empleo de ultima hora fuera de la ciudad. Al regreso me entero de su fallecimiento. Los servicios sociales se encargan de él. Yo no sabía que tenía una amiga muy cercana, la de la farmacia del barrio, quien me manda buscar y me entrega un sobre notarial a mi nombre.



Posts relacionados:
#RelajosCortos
#Fuereño





.- Este artículo ha sido escrito con carácter divulgativo y sin ánimo de lucro. Si te ha gustado y quieres compartirlo te agradezco que citases este sitio como fuente del mismo. 
.-Las fotos y los contenidos llegan al blog por diferentes canales y en ocasiones es difícil conocer l@s autor@s o la fuente original del contenido. Siempre que nos ha sido posible añadimos l@s autor@s del mismo. Si eres el autor de algún contenido (imagen, video, fotografía, texto, etc) y no aparecéis correctamente acreditad@s, por favor poneros en contacto con nosotr@s y sereis reconocid@s como autor@s del mismo. 
.- Si apareceis en alguna imagen o creeis que atenta contra el honor o la privacidad de alguien comentadlo igualmente y será retirado inmediatamente. 
Si te ha gustado: Comparte este Post















No hay comentarios:

Publicar un comentario